El 14 de abril del corriente año, Sony dió a conocer los nuevos precios de su consola PS5 Digital en Australia, Nueva Zelanda y Europa (donde ahora cuesta €500, subiendo 50 más desde su último incremento). Permaneciendo las ediciones estándar y Pro iguales. Esto, nos abre las puertas a cuestionar si es una respuesta al estado actual del mercado, o una estrategia de marketing que choca con la realidad de muchos jugadores.

En el entorno actual que estamos atravesando, uno podría pensar que dicha estrategia se puede basar, por ejemplo, simplemente en que la Edición Digital venía siendo la más accesible, (excusa acompañada del recorte de precio en el lector de discos por separado) así como también los factores de la inflación a nivel global, el costo escalonado de la fabricación, escasez programada, etc. Todo esto sin mencionar también el reajuste de precio de la suscripción de PS+.
¿El precio lo fija SONY o los jugadores?
La subida en regiones claves, mismo de la versión digital como del PS+, bien podrían ser una respuesta a la accesibilidad que representa el poder conseguir una consola en la que instalar juegos desde su servicio de suscripción, o transmitirlo desde la nube a la PS Portal, que ya no necesita una consola para ejecutar sus juegos.

Esto contrasta mucho con escenarios anteriores, como la eventual rebaja de la PS3 luego de su lanzamiento a $500. Pero en un contexto en el que incluso las consolas de generación anterior siguen recibiendo soporte, con la mitad de la playerbase de Sony aún en PS4. Y donde, de buenas a primeras, pareciera que estamos alcanzando cada vez más el tope de las mejoras visuales y de potencia… se podría decir que la emoción que se percibe por obtener una consola «nueva», es solamente genuina en un 50%, siendo el otro 50% manufacturado por la distribuidora.
La PS5 es una consola con 5 años de antigüedad, y Sony sabía que no iba desplazar totalmente a su generación anterior, por eso declararon preventivamente a la PS4 como la consola que más tiempo iba a recibir soporte luego de su lanzamiento. Con usuarios desplazándose cada vez más a lo digital, y las suscripciones sirviendo como alternativa viable a la compra de juegos (para bien y para mal), el aumento de precios en consolas digitales y en la suscripción, parecen simplemente otra respuesta natural a las decisiones corporativas de una mercadotecnia dominante.

Poniéndolo en palabras menos complicadas: el marketing dicta que si algo se está vendiendo bien, de todas maneras a quien oferta le toca hacer una revisión, para ver de qué manera puede «sacarle más provecho». Si los jugadores se mueven más a lo digital (que desde el punto de vista de los jugadores, para la compañía siempre fue más barato) entonces, a Sony le toca hacer énfasis en lo digital.
Si como resultado de esto, quienes ya poseen una versión digital se consiguieran el lector de discos a mitad de precio y se empezaran a desplazar más por el lado de la colección de juegos físicos (incluso de segunda mano), idealmente Sony podría también responder a la oferta reestructurando el costo de su hardware y distribución (soñar no cuesta nada).
¿QUÉ SIGNIFICA ESTO PARA LA COMUNIDAD?
Cabe recordar que más allá de los especuladores, sitios web, creadores de contenido, todos los que están al tanto de lo que realizan las empresas y de las opciones que pone a disposición de los consumidores… el mercado final es el jugador «común», el que quiere una consola en la cual jugar todo lo que los demás están jugando (CoD, FIFA, etc) y DE PASO darse el gusto con las exclusivas.
Si dicho consumidor se desplaza más a lo digital, ya habiéndolo hecho antes, o queriendo acceder ahora con el precio de turno, el resultado va a seguir siendo el empuje que ya sentimos todos hacia un sistema netamente virtual, uno que tácitamente todos estamos aceptando a favor de la comodidad; pero a pesar de la inconveniencia a largo plazo. Una coincidencia que sí llama la atención en comparación con la competencia es la flexibilidad física.

La revolución que causó la Nintendo Switch, la campaña de «Todo es una Xbox» de Microsoft, y la transmisión de juegos de la PS Portal son partes de la misma marcha que venimos atestiguando desde la popularidad de Gameloft en los juegos para portátiles: todos buscamos comodidad (jugar en portátil de A o B manera) y conveniencia (freemium o suscripciones). Por lo que también esto se podría interpretar como una respuesta más a la competencia, con una pizca de metida de mano corporativa; otra cosa a la que también venimos tan malacostumbrados como a menús QR en restaurantes.
Teniendo en cuenta todo esto, los adelantos de Marathon, lo acontecido con Concord, el tiempo que se toman los nuevos lanzamientos y la incesante competencia entre los «Juegos Como Servicios», uno puede darse cuenta de que, incluso queriendo comprar hardware original para jugar contenido nostálgico de manera legal, y como alternativa económica a la emulación, ésta y otras aristas en los gustos sobre juegos están cubiertas por las gigantes tecnológicas; para hacerlo relativamente accesible a los jugadores, pero nunca demasiado conveniente.
Queda ver qué tienen planeado las corporaciones si es que de repente termina volviéndose más popular conseguir consolas retro o Anbernic, en lugar de procurar estar al día con lo último de lo último de lo último de lo último de lo último.