GOD OF WAR RAGNARÖK Y LA POSIBILIDAD DE SER MEJOR – RETROSPECTIVA

Este año jugué, por primera vez, God of War Ragnarök

Una de las peores decisiones que tomé en mi vida fue la de vender mi PlayStation 4. Recién estaba terminando el colegio y empezando la universidad. Recuerdo que mi razonamiento fue «vendo la PS4, me compró una laptop y con eso estoy listo para la facultad». La idea era llevar esa laptop a clases para tomar notas, hacer tareas y demás. Lo típico. ¿La fecha en la que vendí la PS4 y me compré la laptop que iba llevar todos los días a la facultad? Enero del año 2020.

Así que, sí, fue una mala idea vender la PS4 para comprar una laptop que al final iba usar en mi casa durante todo lo que quedaba del año. Pero eso no me había dolido. Me frustró, sí, pero no me dolía. Con esa laptop pude hacer muchísimas cosas: la pude obviamente usar para la facultad, escribí muchísimas cosas en ella de las que estoy orgulloso y en general me divertí bastante con ella durante la cuarentena.

Recién me dolió vender la PS4 cuando, en septiembre de ese mismo año, se anunció God of War Ragnarök, la secuela de God of War, que había salido al mercado un par de años antes y que yo, por supuesto, había jugado y terminado varias veces en su momento. God of War fue un momento irrepetible para mí. «El mejor juego que jugué en mi vida» dije muchas veces en su momento (y hoy por hoy, quizás lo pueda seguir diciendo).

Y yo no iba poder jugar su secuela. Era tanto mi dolor que después del anuncio evité ver absolutamente todo lo relacionado al juego. No vi trailers, ni snippets, ni screenshots, ni nada. Más allá de saber que Odín y Thor iban a estar implicados en el juego (cosa que asumí automaticamente gracias al teaser que nos dan en el anterior juego, además del propio título), estuve todo este tiempo sin saber qué sucedía en la historia o gameplay del juego.

Todo esto cambió cuando, este año, por fin me pude comprar una PlayStation 5, y por supuesto, fue uno de los primeros juegos que instalé. Hoy, tras más de ochenta horas jugadas, entre la historia principal, las misiones secundarias y el excelente DLC Valhalla, creo que tengo una opinión bastante formada, y también mucho para decir sobre algunas temáticas que el juego toca a lo largo de su extenso contenido.

La review

Obviamente que el objetivo de esta nota no es que sea una review del juego (pero si quieren una review, esta de Doom The Dark Ages es excelente). Tiene ya casi tres años, probablemente ya lo jugaste si es que estás leyendo esto, y seguramente ya sabes si te gusta o no te gusta. Dedicarle mucho tiempo a hacerle una crítica completa creo que sería desaprovechar el espacio que tengo aquí para hablar de cosas que considero más relevantes.

Pero, si por algún motivo, entraste buscando saber si es que el juego es bueno o no, la respuesta es fácil: es un juegazo, con todas las letras. A nivel gameplay mejora practicamente todo lo que se podía mejorar del anterior. El combate es mejor, la exploración es mejor, el contenido extra es mejor. No hay nada que, a nivel jugable, yo le pueda reclamar a este juego. Roza la perfección en este apartado.

¿Me gusta más que el anterior? Esa sí es una pregunta más díficil de responder, y es bastante irónico porque por lo que dije arriba, parece ser una mejora en todos los aspectos posibles, pero la realidad es que hay un apartado en donde no sé si el juego realmente alcanza los picos del primero, y ese apartado es la historia.

Ahora bien, Raganarök tiene una excelente historia. Es emocionante, épica, cautivante y espectacular a partes iguales, pero al mismo tiempo es apresurada y muy poco sútil, especialmente si la comparamos con el anterior juego, que en mi más sincera opinión, es la mejor historia jamás contada en un videojuego. Raganarök está repletos de grandes momentos y muchísimas capas de profundidad, pero la sutileza y el pacing se vieron fuertemnete afectados esta vuelta.

Sin duda esto se debe a que, a diferencia de la saga Griega, ahora solo tuvieron dos entradas para contar una historia completa. Uno de los principales artífices de esta nueva era de God of War, Cory Barlog llegó a decir en entrevistas que esto se debe a los largos procesos de desarrollo que infestan los AAA hoy en día, y eso tiene mucho sentido. Entre el God of War original de PS2 y God of War III pasaron cinco años, casi lo mismo que entre God of War (2018) y God of War Ragnarok (2022), y eso sin contar que la saga Griega tuvo dos spin-offs para pórtatiles, además de los juegos principales.

Así que sí, si por algún motivo no jugaste aún a este increíble juego, deberías hacerlo. Yo planeo seguir jugandolo durante bastante tiempo más, ya que aún me queda bastante contenido secundario y un DLC que terminar. No te vas a arrepentir de darle una chance.

El más humano entre los dioses

Lo que me termina de enamorar por completo de estos nuevos juegos de la franquicia es la manera en la que indagan en temas complejos, duros y dolorosos. Esta saga siempre lidió con temas así, pero la manera en la que los enfocan en los juegos nórdicos logra hablarme al corazón de una forma tan cercana que contener las lágrimas en ciertos momentos de sus respectivas historias, inclusive si es que en la de Ragnarök a veces las cosas se siente apresuradas.

Ragnarök nos presenta a la versión más calmada y a la vez más ansiosa de su protagonista, Kratos. A lo largo de las decenas de horas que le dediqué al juego hubieron varios momentos en el que me vi reflejado. El crecimiento que tuvo como persona desde el anterior juego hasta este es algo majestuosamente logrado, pero eso viene con consecuencias: arrepintimiento y miedo.

Arrepintimiento de lo que alguna vez hicimos, de lo que fuimos. Creo que es algo que todos podemos sentir, y que probablemente, todos sentimos de alguna forma si es que mejoramos como personas, y Kratos es la viva representación de un hombre que cambió para mejor.

Miedo de volver a ser lo que alguna vez fuimos. Si alguna vez lo hicimos, ¿quién dice que no lo haremos de vuelta si dejamos que nuestra peor parte nos consuma de vuelta? Kratos está en constante ejercicio de no dejarse llevar por su ira y su peor lado, inclusive en momentos de vida o muerte.

Hay dos momentos en el juego en los que creo que este ejercicio se ve excelentemente representado. Cuando Kratos saca un diente a Thor, y el otro, uno de mis momentos favoritos del juego, esta conversación entre Kratos y Atreus. Voy a intentar explicarlas lo mejor que puedo, pero asegurense de verlas y entender el contexto en el que ambas suceden primero.

Cuando Kratos saca un diente a Thor, el propio Thor menciona tras recibir el golpe «Ahí está… ahí está el dios de la guerra». Es probablemente el único momento del juego en el que Kratos se deja llevar por su pasado. Tras asestar el golpe, lanza un grito, tratando de sacarse la ira y el enojo de encima.

Eso es un comprtamiento tan humano y tan sensible. Un peor dios hubiera dejado que su ira lo llevará a asesinar a Thor en ese instante, el dios que Kratos es ahora sabe que hacerlo puede tener terribles consecuencias.

Pero el momento que se lleva la corona en este apartado es el segundo, en el que Kratos responde al reclamo de Atreus con un fuerte y severo «¡NO!» para inmediatamente calmarse, respirar y responder como le hubiera gustado responder en un principio «No

Kratos sigue teniendo la ira y el enojo dentro suyo. Tiene al mismísimo tártaro en su interior, constantemente quemándole y pidiendo salir, pero Kratos no lo permite. Intenta ser mejor, y al final, consigue ser mejor, porque al final, él logró salir de su agujero y seguir adelante.

Si alguien que fue a lo que es el infierno griego tantas veces pudo mejorar, ¿quién dice que nosotros, simples personas que aún no hemos llegado hasta ahí, no podemos mejorar también?

Debemos ser mejores

Kratos no es el único personaje con decenas de capas de profundidad y desarrollo. Practicamente todos los personajes lo tienen, y Atreus, que está convertido en un completo co-protagonista a la altura de su padre, es uno de los destacados.

Toda la historia en Ragnarök sucede gracias a él. Su curiosidad y deseo de aprender quién es y su propósito, en contrapartida con su padre que lo único que le interesa es vivir tranquilo, llevan a ambos a un nuevo viaje por los nueves reinos y a intentar salvar a sus allegados del fin del mundo.

Atreus es un personaje interesante de analizar. Leí en muchos lugares que algunas personas no soportaron la actitud que tiene a lo largo del juego, pero a estas personas les digo: ¿qué esperaban? Es un adolescente, hijo de un dios de la guerra ni más ni menos. Creo que su actitud, si bien no justificada, es entendible.

Además, todos fuimos Atreus en algún momento. Vos, yo y todos fuimos adolescentes que pensaban saber todo lo que había saber de la vida. Muy pocos juegos, qué digo, muy pocas obras conozco que representen tan bien este período tan complejo de la vida de uno tan bien como Ragnarök.

Atreus es un optimista emperdenido. Está seguro que puede hacer algo contra Odín, inclusive sin la ayuda de su padre (por algo hizo tantas cosas a sus espaldas), pero eso se debe a, de vuelta, es un adolescente que no conoce sus propios límites. Esa necesidad de conocerse y saber hasta dónde puede llegar es algo muy real y muy común.

A lo largo de la historia vemos como su relación con Kratos se desarrolla, mejora y empeora varias veces dependiendo de sus acciones, pero ambos se siguen amando lo suficiente como para poner sus vidas en la línea de fuego por el otro.

Tal y como nos pasó a muchos en nuestras vidas, cuando somos adolescentes creemos ser más y mejores que nuestros padres en los peores momentos posibles. Peleamos, discutimos, pensamos que son anticuados y que no nos entienden. ¿Y saben qué? Probablemente no nos entendían, pero se morían de ganas de hacerlo, de ayudarnos y de guiarnos para que seamos mejores.

Daría el brazo derecho por volver a tener la edad de Atreus y tener una actitud más comprensiva con mis padres. Capaz no me entendían del todo, pero de que me amaban más que a sus propias vidas no me cabe duda. Kratos y Atreus viven esto a flor de piel. Un padre con expectativas casi imposibles y un hijo más rebelde que una tormenta van a tener encontronazos pero muy probablemente van a seguir ahí el uno para el otro.

Como en esta escena donde Kratos escucha a Faye a través de la luz, y Atreus logra devolverlo a la realidad con ponerle un brazo encima y preguntarle «¿Qué estás haciendo?«, algo por lo que Kratos ya pasó en el anterior juego y Atreus, siendo tan solo un niño, cuidó el cuerpo inerte de su padre por días. Esa relación tan cercana y a la vez tan rocosa es de lo mejor del juego.

El más roto entre los dioses

El personaje que más me sorprendió fue Thor. El poderoso dios del Trueno, aquel que de un golpe puede enviar al pasado a la serpiente del mundo, que maneja el Mjolnir con maestría y a su antojo… está roto. Completamente roto.

Empecé el juego con la idea de que destruir a Thor iba traerme satisfacción. Estaba seguro que iba ser el jefe final del juego, por encima de Odín, pero me encontré con un personaje que no es malvado. Me encontré con una víctima de abuso psicológico, que no tiene idea de quién puede llegar a ser si es que no tuviera a un manipulador por encima que lo maneja como si fuese su marioneta.

«¡No pienses! ¡Yo pienso! ¡Tú matas!» le dijo su propio padre. «¿Estás roto?» le dijo cuando intentó no hacerle caso por una vez, pocos segundos antes de morir a manos de su abusador. Por todo esto y más, Thor es el personaje más interesante del juego.

¿Debo sentirme culpable de que empecé el juego con la esperanza de cortarle la cabeza? Quizás. A sabiendas de que Kratos ya no es el que era en la saga Griega, y sabiendo lo que sé de Thor ahora, creo que al final tengo los mismos problemas que Kratos, solo que yo sí deje que mis deseos más sanguinarios me superarán.

Por suerte, Kratos es más fuerte que yo, y Thor sobrevive hasta el final, cuando su propio padre termina por sacarle la vida. Pero antes de eso lo vi sufrir. Sufrir con sus motivaciones, con sus ideales, con sus problemas con el alcohol y el imposible deseo de vivir feliz con su esposa e hija.

La relación de Thor con su familia es complicada, como la de cualquier persona que tiene problemas con el alcohol. Claramente ama a su esposa, Sif, y a su hija, Thrud, pero las manipulaciones de Odín lo mantienen alejado de ellas, a veces físicamente, pero por sobre todo, emocionalmente.

Thor tiene varios de los mejores momentos del juego, y también muchos de los más dolorosos. Cuando lo vemos bebiendo de vuelta, y Thrud le reclama que había prometido dejar de hacerlo, es doloroso. Hasta el propio Mjolnir evita llegar hasta sus manos en ese momento… pero igual respondió a su llamado, ¿no? Es un pequeño toque de esperanza dentro de tanta oscuridad.

Por un futuro mejor

A esta altura, aún no sabemos qué va suceder con la saga. Sabemos que se planea que siga adelante, pero no sabemos si seguiremos en tierras escandinavas o iremos a nuevas. Teniendo en cuenta el final del juego, en el que Kratos y Atreus se separan, las posibilidades son infinitas y están abiertas a lo que sea que los desarrolladores crean conveniente.

Pero sí hay algo que sí espero que suceda que es el que siguiente juego me genere aunque sea un cuarto de lo que este me generó al jugarlo, porque con eso aseguro que me va parecer fascinante, doloroso y hermoso.

Y lo que tengo ahora mismo, dos juegos que me hablaron directo al corazón, que me rompieron y reconstruyeron mil veces cada vez que los jugué, es más que suficiente para mantenerme contento por un un par de años.

El viaje de Kratos por tierras nórdicas me ayudó a ser mejor persona. Me ayudó a aceptar la muerte de seres queridos. Me ayudó a entender que no debo sentirlo, debo ser mejor. Probablemente nunca consiga ser la mejor versión de mí mismo, pero no dejaré de trabajar para llegar a serlo.

We must be better than this.

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Gonzalo Bareiro

Me gustan los videojuegos.

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