RETROSPECTIVA: THE WITCHER 3

Cuando todo parece estar perdido

Los singleplayers, para el mundo de los videojuegos, son de vital importancia, aunque los datos basándonos en juegos terminados por los usuarios digan lo contrario. Lamentablemente, es uno de los problemas actuales de la industria, ¿pero cómo puede ser esto? La pérdida del factor sorpresa, la poca originalidad o las malas optimizaciones nos están alejando cada vez más de las experiencias para un jugador. Seamos honestos, todo se volvió más lineal, más genérico.



¿Es tarde para volver al pasado?

Hoy en día arrancar con un juego nuevo siempre cuesta. Más cuando, quien se dedica a escribir sobre esto, está constantemente expuesto a los mismos estímulos donde las posibilidades suelen variar muy poco. Casi todo ya está visto. Pero, ¿qué pasa cuando se trata de un juego que salió hace años? Cuando no estamos en el momento exacto que empieza la carrera y nos sumamos después, tenemos un margen de tiempo y de libertad para ahogarnos en ellos hasta que nuestro cuerpo aguante.

Los años pasan y la vida sigue corriendo. No hay una pausa para todos los eventos que nos suscitan, solamente ocurren. No nos preguntan si necesitamos parar. De esta manera, la importancia y magnitud del videojuego determina si será uno que quede guardado para toda la historia o si por su impacto solo permanecerá un par de meses en el inconsciente colectivo hasta que algo lo haga caer en el olvido. En estos últimos años, la balanza se inclinó más hacia el último lado. Obras olvidables, salvo por un par de títulos.

Desde el año 2003 se ha celebrado una premiación que otorga a algunas obras el popular galardón de “El Juego del Año”. Muchos colegas del medio le restamos importancia a esta premiación, pero debemos aceptar que, quienes llegan hasta la categoría máxima de premiación, son auténticas joyas. La actividad de rejugar títulos ganadores podrían dotarnos de experiencias únicas. También, servirían para hacer revisión sobre lo que era importante en su momento y por qué el juego es así y no de otra manera.

Desde ese entonces, se compite para saber quién será el que se lleve ese premio. Algunos triunfan, convirtiéndose en los reyes y pilares absolutos de sus géneros. Otros, con menor suerte, se estrellan catastróficamente en el cajón del olvido. Después están aquellos que pertenecen a un grupo muy selecto y perduran por el resto de la historia en cada biblioteca. En este caso toca hablar de uno de ellos, precisamente del que ganó este premio en el año 2015.



Geralt, me devolviste el amor por los videojuegos

Esta nota trae a la mesa mi historia con The Witcher 3: Wild Hunt y cómo con él redescubrí los singleplayer. Supe entender como se construyen los mundos abiertos. Donde simples secundarias misiones pueden enamorar mucho más que la trama principal. Claro, esto pasó después de haberme obligado a jugarlo. Hoy puedo confirmar que se trata de uno de los juegos que me llevaré para toda la vida. Entendí, cómo fue que este título se convirtió en lo que es: un titán que trasciende todos los tiempos.

Toca un poco de historia

The Witcher 3: Wild Hunt salió a comienzos de 2015. Un año más que prometedor en cuanto a videojuegos. Fue en ese mismo periodo que se publicó Bloodborne. Mismo año en el que Fallout y Metal Gear Solid regresaban de sus vacaciones. Para quienes son amantes de los shooters, Call Of Duty Black Ops 3 se hacía sentir fuertemente. Entender este contexto, hace mucho más meritorio que la tercera entrega de Geralt se haya coronado ante tantos ejemplares llenos de historia y peso en la industria.

Es interesante preguntarnos cómo un juego como él alcanzó las 40 millones de copias vendidas desde 2015 hasta ahora. Más cuando su inicio como franquicia de videojuegos fue silenciosa. Recordemos que CD Projekt RED tuvo que pagar para obtener todos los derechos de la ficción porque, para quien no sepa, este mundo está basado en los libros del polaco Andrzej Sapkowski. Una vez con los derechos en sus manos, la producción del primer juego vio la luz verde.



En el año 2007, la primera entrega de The Witcher saldría de manera exclusiva en PC y debutando con una nota de 86 en Metacritic. A ciencia cierta, no sabemos cuántas copias en total se han vendido debido a que CD Projekt RED ha mezclado los números de sus dos primeras entregas. Se dice que los números rondan aproximadamente entre los 6 millones de copias vendidas a día de hoy. Esto fue mucho más que interesante para un estudio que recién comenzaba en la industria.

Tan solo cuatro años después, la saga alcanzaría un salto de popularidad y calidad con la segunda entrega: The Witcher 2: Assassin of Kings. Salió en PC y un año después, llegaría por primera vez a consolas, siendo la Xbox 360 la afortunada. Hay artículos en internet que aseguran que las ventas de la segunda entrega no fueron altas como podrían ser las de un triple A. Pero, sin embargo, sí fueron las suficientes para contentar a los desarrolladores y animarlos a apostar en algo más grande. Quienes habían adquirido una copia del segundo título, disfrutaron de un excelente juego.

La última gesta del Brujo

Ya ubicado en el mundo de las consolas, The Witcher 2: Assassin of Kings, alcanzó una suerte de reconocimiento de culto. Casi lo mismo que le sucedió a Demon’s Souls, el predecesor de Dark Souls. El boca a boca y crecer a voces era el reconocimiento popular que, a veces, la prensa especializada no le daba a estas obras. Que esto haya sucedido de la siguiente manera, termina dándole la razón a los fans: el juego era muy bueno, por más que haya pasado desapercibido.

Tan solo un año después de haber salido para la consola de Microsoft, se dio el anuncio de lo que se dejaba entrever como la tercera parte de la saga. Lo que, en teoría, concluiría con la historia de Geralt De Rivia. El recibimiento del público fue interesante, pues con el segundo juego fresco, era inevitable que la gente se emocionara. Cada tráiler conquistaba más a los fans y, comenzaba a atraer a nuevos jugadores. Una de las premisas que volvió más que interesante a The Witcher 3 fue la de que su mundo sería abierto. Podríamos explorarlo como quisiéramos.



Fue así como el 18 de mayo de 2015, saldría al mercado The Witcher 3: Wild Hunt. El comienzo del juego, según reportan las webs, había sido un poco catastrófico. Sí, al parecer, Cyberpunk 2077 no fue el primer jugo que hizo transpirar al estudio polaco. A primeras vistas, el juego tenía un notable downgrade con respecto a lo que se había visto en los trailers. La prensa no le dejó pasar los bugs y problemas de optimización que tenía el título en sus primeras semanas de vida.

Sin embargo, como también está sucediendo actualmente con algunos títulos, estos pequeños problemas, que fueron resueltos con el tiempo, no tuvieron el suficiente peso como para empañar el gran producto que había detrás. La crítica y los usuarios amaron la última entrega de la trilogía. Esta vez no hizo falta el boca a boca, Geralt brillaba por sí solo. El brujo había alcanzado todos los puntos importantes para convertirse en uno de los mejores títulos de la historia, peleando codo a codo con los más pesados de todo nuestro mundo.

Ubicación, magia e historias

Cuando comenzamos nuestra aventura con el Lobo Gris, rápidamente se nos pone en contexto de lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Recordemos que, al ser una continuación, la historia si tendrá una pequeña vinculación con la trama del juego anterior, —no es nada que un video de YouTube no pueda resumir—. La primera imagen al comenzar se nos ve felices en nuestro hogar. Acompañados del amor de nuestra vida. Rápidamente somos despojados. Nos olvidamos de ese momento para siempre y volvemos a la realidad. Despertamos del sueño.

Si hay algo que realmente me gusta de este juego es que no somos sobre quien gira la trama principal del mundo donde estamos. Nos desligamos del rol. Todo existe, independientemente de si estamos ahí o no. Claro y es ahí donde volvemos al despertar de tan idílico sueño. Regresamos a la vida real, donde el campo no huele a lilas y grosellas, huele a muerte. Donde el malestar de los ciudadanos por la guerra constante que se vive se impone en los sentimientos generales de cada pueblo que visitamos.

El mundo de The Witcher no es alegre, no es “lindo”. Es amargo. Los paisajes vastos de praderas se adornan con cuerpos colgados de enormes árboles. Es una experiencia interesante recorrer los caminos a lomos de nuestro caballo y ver los vestigios de una guerra reciente, ver cómo los monstruos acechan a los descuidados y cómo la magia está presente en todos los rincones del territorio. Nosotros tenemos la libertad de actuar como nos plazca. No estamos limitados por códigos éticos o carteles que nos adviertan que las cosas que estamos haciendo está mal.



La gran capacidad de reinventar los géneros

The Witcher 3 es un RPG de mundo abierto, no hay nada nuevo bajo esa titulación. Para el año en que salió podría haberse perdido en el amplio catálogo de juegos. Sin embargo, su buena capacidad para dotarnos de momentos únicos logró ponerlo en un pedestal más que merecido. Para ese momento, los mundos abiertos corrían con un tipo de variable. En algunos casos se nos presentaban mundos vistosos y enormes, pero que, a la hora de jugar, se sentían completamente vacíos y aburridos.

Muchos, a la larga, caían en repetir actividades. Las misiones secundarias, si es que no eran minijuegos, no aportaban gran cosa al jugador, más bien lo aburrían. En este caso, The Witcher 3, revolucionó por completo el concepto de misiones secundarias y eventos repartidos por el mapa. ¿Cómo lo hizo? Esforzándose por crear microtramas dentro de lo que era el contexto universal del juego. Fue así como se construyeron historias únicas e irrepetibles de cada uno de los habitantes. Fue darle personalidad y dotar de vitalidad al juego.

Es así como conocemos la increíble historia del Barón Rojo, una de las principales subtramas que tiene el juego. Creo que, quien haya tocado este título, al menos por unas horas, lo habrá conocido. Cuando llegamos a Velen, es de quien todos hablan. Es la temible figura que ha perdido a su esposa y su hija. Tras acercarnos más a él e indagar en sus costumbres, descubriremos una tenebrosa realidad que involucra pactos con brujas, abortos y alcohol. Todo ordenado para darnos una mini trama de 2 horas. A día de hoy, cualquier empresa nos habría vendido este contenido como un DLC.

Para acompañar cada paso que damos, nuestras espadas estarán disponibles para cuando queramos utilizarlas. Para los monstruos plata y para los humanos acero. Es la regla magna de los brujos.  El sistema de combate del juego es interesante, tenemos varios combos para dañar a nuestros enemigos y una variedad de señales mágicas que nos ayudarán a lo largo de la historia; podremos dañar, usar control de masas o protegernos. Saber y explorar su funcionamiento será determinante para avanzar en la historia.



La combinación correcta de los elementos

Sumar dos más dos y que de resultado nos dé cuatro es magnífico, pero no siempre sucede así. Al menos no en el mundo de los videojuegos. The Witcher no solo da cuatro como resultado final. Si no que, al multiplicarse, sus resultados son finitamente correctos. Las combinaciones del mundo, el combate, la exploración y la vida son correctas y grandiosas. Es como ver un enorme cálculo cerrando en el resultado que esperamos. The Witcher 3 es perfecto.

Mi debilidad siempre fue Geralt

Mi historia con él, es como su inicio: catastrófica. Al momento en que The Witcher 3 salía al mercado, mi vida con los videojuegos se resumía netamente a experiencias multijugador. Me gustaban las experiencias cortas y llenas de adrenalina. Por ese momento, mi juego de cabecera era Rainbow Six Siege, entenderán que pasar de un shooter a algo más pausado era dar un giro de 180 grados. Sin embargo, sin haber visto absolutamente nada y sin conocer siquiera de qué se trataba, me animé y compré una copia usada del juego.

En mi primera run, no duré mucho. No conseguí matar al grifo. De hecho, los primeros enemigos me eliminaron unas cuantas veces. El sistema de juego no me parecía atractivo en lo absoluto. Hacía meses había jugado sin éxito el primer Dark Souls y pensé que The Witcher sería algo similar con algunas que otras salvedades. Al darme cuenta de que no era así, lo dejé estacionado y, cuando vi la oportunidad, vendí la copia física que tenía. Desapareció por completo de mi vista.

Sin embargo, al notar que siempre estaba en oferta, pensé que el juego no era bueno simple y llanamente por la lógica de que si algo está tan barato es porque no se vende. Entonces, al verlo ahí, decidí darle otra oportunidad. Esta vez sí terminé el prólogo de Huerto Blanco, algo recordaba de mi primera run. Cuando pude, fui comprándolo en casi todas las plataformas que tuve: PlayStation 4, PC y por último en las Xbox de última generación.

El golpe final y el que terminó obligándome a jugarlo y ya sin excusas fue la última actualización que tuvo este juego. La que, en la generación actual, se liberaban los FPS y había un retexturado superior en calidad al original. Ya está, el momento era ahora. Comencé mi camino como el brujo, como quien recorría las inmensas rutas comerciales y visitaba las tabernas de cada pueblo en búsqueda de nuevas historias o alguna que otra partida de Gwent.



El mejor compañero

Geralt se convirtió en mi compañero, en mi fiel amigo durante toda la aventura. Es uno de los pocos personajes con los que he llegado a empatizar. Su cara, su personalidad y la frialdad con la que maneja las situaciones de tensión me han hecho enamorarme perdidamente de él. El Carnicero de Blaviken no sólo es cautivador. Es un hombre rudo, de opinión y de carácter profundo. Si me dieran la oportunidad de convertirme en alguien, pediría, sin lugar a duda, ser él. El responsable de haberme dado hermosas anécdotas.

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